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lunes, 28 de abril de 2014

El somriure d'un eco, de Jordi Gimeno


XIV Premio de Narrativa de ciencia ficción Manuel de Pedrolo, Ciutat de Mataró, 2012

Debo confesar que en la presentación de esta novela en la pasada III Trobada de Ciència-Ficció, Fantasia i Terror Eclèctica pensé que Jordi Gimeno, en su afán de dar a conocer su obra, nos estaba proporcionando demasiada información de la misma, por lo que decidí desconectar a media presentación. El caso es que estaba equivocado por que El somriure d'un eco
Presentación del libro, A.Munné Jordà y Jordi Gimeno
(La sonrisa de un eco) 
tiene mucha tela. Particularmente porque la premisa fantástica es sólida y se nota que las posibilidades del argumento han sido muy trabajadas por el autor. Además, pienso que es una mezcla de ciencia ficción y novela negra muy lograda.

Al igual que hizo en su exposición, nada más empezar la novela el autor ya pone algunas cartas sobre de la mesa: ¿Os habéis fijado en el lugar preeminente que se le dedica a la televisión en muchos hogares? Pues en un futuro medioambientalmente desastroso, en el que salir a la calle solamente supone sufrir incomodidades y riesgos, lo será la tecnología del rombódromo. El rombódromo es un dispositivo multimedia, de red, 3D y muchas cosas más; resumiendo, que proporciona unas sensaciones mucho más intensas que nuestra TV u ordenador. En el mundo que nos presenta el autor está presente en todas partes, de forma que todos los hogares tienen un techo en forma de cúpula característico de este dispositivo.

Dentro de esta tecnología se desarrolla otra, la de los ecos que da nombre a la novela. La concepción de los ecos se basa en una idea sencilla, cienciaficcionalmente hablando: todos nosotros dejamos un rastro digital en forma de llamadas, imágenes y vídeos, registros de todo tipo, públicos y privados; o bien de nuestra participación en redes sociales, foros, etc. La tecnología eco permite recopilar toda esta información biográfica para ofrecer una simulación de la persona que previamente ha contratado este servicio. Esta simulación se activará una vez haya muerto para disfrute de sus herederos.

Este es pues el marco de referencia, la contraportada nos explica el descenso al infierno del inspector Guiu Montal, un policía del futuro adscrito a la Ecomisaría, una unidad dedicada a a investigar los delitos relativos a la tecnología eco, que permite a los vivos interaccionar con los muertos. Pues sí, el inspector Montal se encuentra en una etapa de su vida en la que si mira hacia adelante no ve nada bueno y para atrás todo son malos recuerdos y oportunidades perdidas. Y ante todo el hecho que nunca ha superado la pérdida de su amada.


Así, la novela se centra en la vivencia del inspector Montal, quien nos relata en primera persona y con un talante típico del género negro la historia que nos quiere contar, a la vez que nos muestra su cinismo extremo para con su profesión, en realidad para con todo lo que le rodea, lo cual no deja de proporcionarnos algún momento hilarante. A través de la mirada de Guiu Montal conoceremos el resto de personajes, de los que se puede decir que casi todos están correctamente planteados. En general opino que Gimeno escribe con solvencia, sobretodo la vertiente negra de la novela.

A destacar la gente adinerada con la que ha de tratar el inspector en el transcurso de su investigación, otro tema recurrente del género negro. Por descontado en el mundo devastado del futuro las diferencias entre ricos y pobres se mantendrán como siempre. En el transcurso de su investigación el inspector deberá relacionarse con gente acostumbrada a hacer lo que quiere, que vive en un mundo diferente y que piensa en términos diferentes a las personas normales, de las que continuamente se marcan distancias. Y no podía ser de otra forma, en el caso de los ecos también hacen un uso distinguido de esta tecnología.

Lo anterior me recuerda el episodio de la visita del inspector a la testigo Cati Born, quien se muestra muy contrariada con las preguntas del inspector. Durante el interrogatorio el rombódromo de la Sra. Born ofrece una vista típica de una localidad costera -un paisaje imposible en el futuro de la novela- que irá cambiando con el humor de la entrevistada; empieza con un día soleado que se convertirá en tempestad conforme avanzan las preguntas del inspector. Memorable.

Tanto por el conjunto como por detalles como el anterior me lleva a pensar que la construcción de la novela y el desarrollo de la trama están bien planteados. El autor intercala episodios de relato con otros de puro diálogo, teatralizados
Portada de El somriure d'un eco (Pagès editors)
podría decirse, en que se nos muestran algunos ejemplos del funcionamiento de la tecnología de los ecos o bien momentos clave en el desarrollo de la trama. Aparte de la explicación de partida comentada antes, otra cosa que llama la atención es cómo Jordi Gimeno continuamente te está anticipando el final. Con esto consigue alimentar la trama mientras que en realidad, claro está, no te lo esperas: podríamos decir que es un final de ciencia ficción clásica, el cual puede que no sea tan impactante como pretendía el autor pero que tampoco desentona con el conjunto.

También le encuentro defectos de planteamiento. Hay algunas simplificaciones sobre la tecnología y el entorno en el que se desarrolla la novela que le restan verosimilitud. En parte quedan justificadas por el hecho que la novela se centra en el aspecto especulativo o social antes que el hard, aunque este también está presente a mi entender. Pero en conjunto no se puede evitar una sensación de todo queda en casa, justo al contrario del mundo globalizado y complejo en el que vivimos. ¿Podría ser que el colapso climático aludido implique una reducción de la población? En todo caso el autor no lo aclara.

Por otro lado la novela no entra en ningún momento en una crítica moral pero creo que es algo inherente al argumento. Mejor dicho, que es inherente a ambos géneros: en el caso de la ciencia ficción se exagera una tendencia que ja es patente hoy en día para destacar sus efectos, justo al contrario que la novela negra... que nos explica que hay cosas que nunca cambian. Se da por hecho que las grandes corporaciones que dominan la información: ya sean las telecos, los mass media o en este caso un gigante de la tecnología eco pueden jugar con nosotros como el gato juega cruelmente con los ratones que acaba de cazar; todo para satisfacer sus intereses. O lo que es lo mismo, para satisfacer los intereses de la gente poderosa que las dirige.

En este sentido los ecos pueden devenir una tecnología alienante y vejatoria, siendo una hipérbole -o no tanto- de algunas de las actuales: el gran poder de una compañía telefónica, el omnipresente Facebook... Son herramientas que hoy en día nos vienen casi impuestas. De la misma manera con los ecos uno puede estar obligado por contrato a recibir sus servicios, por más indeseables que sean (el caso de una viuda que continuará aguantando el eco de su insoportable marido por el resto de su vida).

Un aspecto que particularmente me ha gustado es que la novela no cae en la trampa de darse demasiada trascendencia: es una estúpida tecnología, nada más. El autor no se refiere en ningún momento a inteligencia artificial ni a máquinas conscientes, ni tampoco a emulaciones informáticas de personas, a pesar de que el relato continuamente te lo hace pensar. Los ecos hacen compañía, aconsejan, incluso riñen y hacen de confesionario; pero no son nada más que una simulación compleja. ¡Y el juego que esto da! El autor no deja de sorprendernos con aspectos inesperados de esta tecnología.

Por el mismo motivo, puesto que se trata de una buena obra de ciencia ficción a mi me produce más preguntas: los ecos podrían suponer un cambio revolucionario en nuestra sociedad, sobre como vivimos el luto y el recuerdo de nuestros difuntos; pero pensándolo mejor -ahora me toca a mi hacerme el cínico- solamente se trataría de un cambio de hábitos de consumo... Por otra parte, acabada la novela te planteas si todo esto -el futuro tratado en la novela, nuestro presente actual- no está conduciendo nuestra sociedad, o bien la humanidad en conjunto, hacia un callejón sin salida.

Para terminar, por experiencia no soy muy amigo de las mezclas de géneros pero en este caso lo encuentro francamente fascinante, porque al autor le permite abordar su especulación de futuro desde dos perspectivas diferentes: la ciencia ficción enfatiza en los efectos de la tecnología de los ecos tiene en las personas y la novela negra por su parte lo hace buscando la debilidad y la corrupción inherentes a la naturaleza humana y por tanto la tentación de hacer un uso indebido de la tecnología eco, ya sea en el pasado, el presente o en el futuro que nos presenta la novela.

Le pregunté a Jordi Gimeno si continuaba escribiendo y me dijo que sí, que estaba acabando una novela negra. Bien por los aficionados a este género pues, y mal para los de la ciencia ficción. En todo caso, sin haber leído ningún otro trabajo candidato al Pedrolo, El somriure d’un eco me ha parecido una novela merecedora de este premio.

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